Una vez había una mujer que era muy simpática y graciosa. Era contenta ser soltera, pero algunas veces sonaba de enamorarse y caserse. De vez en cuando quería una pareja quien era cariñoso, maduro e inteligente. Pero ella misma sabia que probablemente se iba a romper y divorciar su marido imaginado. La mujer estaba desanimo porque quería educar, quería cuidar y adorar a alguien. Quería sentir.